¿El periodismo es un cuarto poder?
En el imaginario ciudadano el periodismo constituye un “cuarto poder”. Y ni qué hablar de gobernantes que le achacan a los medios “el poder” de sus desaciertos o de sus traspiés electorales.
En la Argentina sobran los ejemplos de funcionarios que pretenden –valga el juego de palabras- perpetuarse en el poder quitándole a los periodistas el poder de informar sobre el poder. Y la cinematografía no fue ajena a ese dicho popular, pues varios largometrajes sobre conflictos de la actividad periodística fueron estrenados en nuestro país con el título “Cuarto poder”. De 1952 es “Cuarto poder” (Deadline USA, su título original), de Richard Brooks y con Humphrey Bogart como un editor que se resiste a que su diario se venda a una cadena de periódicos amarillistas. Una punzante crítica sobre la influencia del periodismo en la ciudadanía fue “Cuarto poder” (Mad City), de 1997, realizada por el griego Constantin Costa Gravas con Dustin Hoffman y John Travolta. En 2002 llegó “Cuarto poder” (The last debate), dirigido por John Baaham y con James Gardner como un periodista que accede a información que compromete al futuro presidente de los Estados Unidos. Después de esta reseña fílmica corresponde saber qué piensan los periodistas sobre ese dicho de que constituyen un cuarto poder.
Las opiniones recogidas por el noticiario de ADEPA son las siguientes: Norberto Masso (periodista de LU5 Radio Neuquén y Canal 7-Telefé, de Neuquén): Esa frase me recuerda un tiempo perdido donde los periodistas solíamos mantener enriquecedores debates de ideas, literatura y buenos vinos mientras la sociedad crecía en libertad. Un tiempo donde se podía preguntar, inquirir al poder sin que ningún energúmeno con guardaespaldas nos espetara amenazadoramente “¿Qué te pasa…, estás nervioso?”
Santiago Estrella Garcés (corresponsal en la Argentina del diario El Comercio, de Ecuador): Creo que ese dicho responde más al temor de los políticos, como si tuviéramos la capacidad de derrocarlos, cuando, en realidad, sus fracasos no son culpa del periodismo sino de su propia inoperancia. Considero al periodismo como un contra poder. Aunque es desagradable la confesión personal, un amigo me ve como un “contrera”, que siempre estoy cuestionando a los gobiernos. Y puede ser que por ahí va el camino. Pero un cuarto poder es un tema serio, como si de verdad tomáramos decisiones sobre la vida de la nación, cuando lo que hacemos es informar con la mayor veracidad.
Andrea Víttori (coordinadora de redacción de El Diario, de Paraná, y docente en las carreras de Comunicación Social de las universidades nacionales del Litoral y de Entre Ríos): Creo que es decisivo pensar en el papel de la opinión pública en la vida ciudadana. Y el periodismo forma parte de la construcción social de esa opinión pública.
Agustina Sucri (editora del suplemento Ciencia y Salud del diario La Prensa, de Buenos Aires): El rol y la ética del periodista exigen trabajar con un elemento que es cada vez más preciado en el mundo actual: la verdad. Ante la posibilidad que tenemos de investigar e informar con veracidad, la sociedad nos confiere ese papel de cuarto poder, pero –conviene recalcarlo- debe ser un poder de compromiso con la ciudadanía, ajeno a intereses particulares, políticos o de cualquier otro tipo. Miguel Ángel Ochoa (ex gerente de noticias de las radios América y Ciudad y del Canal 7): El codearse con presidentes, ministros, funcionarios, acceder a personajes y lugares que, por lo general, están vedados al ciudadano común, puede envanecer o confundir a algunos colegas. Por eso, hay que tener bien en claro que no somos ni podemos ser un cuarto poder, ni complacientes con el poder. Debemos ser un contra poder, porque nuestra función esencial es, justamente, brindar información veraz a la ciudadanía, porque cuanta más información del poder tengan los ciudadanos más difícil será que el poder pueda engañar o cometer abusos.
Eduardo Néstor Balián (editor del semanario Nueva Época, de Wilde): Ese dicho popular es totalmente erróneo. El pueblo confiere el poder de administrar la cosa pública a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero hay un poder natural, genuino, residual, que el pueblo no delega en ninguno de esos tres poderes y lo ejerce a través de la prensa que actúa, precisamente, como observadora, controladora de los actos de los tres poderes constitucionales. Entonces, la libertad de prensa que ejerce cualquier ciudadano, desde un megáfono, un periódico, un sitio web, una radio, etc. no es ni el primero ni el cuarto poder, es el genuino poder residual que el pueblo no confirió a sus representantes ni a sus jueces. Un caso paradigmático y reciente del ejercicio de lo que llamo el “genuino poder residual del pueblo” es el libro “El Dueño”, del periodista Luis Majul, sobre el enriquecimiento y los negocios del matrimonio Kirchner. Su lectura explica además, por qué la gente cree cada día más en la prensa, a la que siente suya, y menos en el Gobierno y en la Justicia, a los que siente ajenos.
Fernando Aguinaga (editor de turno de la agencia Noticias Argentinas): Eso de que constituimos un cuarto poder me parece bastante arriesgado, porque los periodistas no tenemos ningún poder en las decisiones de gobierno. No obstante, y mal que nos pese, algunos episodios no muy lejanos podrían llegar a demostrar lo contrario. Por ejemplo, aquel eslogan “achicar el Estado es agrandar la Nación”, que Bernardo Neustad repetía hasta el cansancio en su programa de televisión, fue tomado al pie de la letra por el gobierno menemista. Incluso, en esa época los políticos se decían unos a otros “si no aparecés en el programa de Neustad o en Clarín no existís”. Si bien algo ha cambiado desde aquel entonces, los medios aún constituyen el poder que los políticos necesitan para posicionarse ante el pueblo, ganar votos e intentar acceder al poder.
Horacio Finoli (editor del portal Ahora Educación y del homónimo programa radial). Como todo poder, el poder del periodismo puede manipularse para bien o para mal. En nuestro país parece más importante para el periodista el glamour social y su relación personal con los poderosos que su formación o la seriedad de lo que escribe. Eso también se debe a que las empresas periodísticas ya no tienen como única o mayor fuente de ingresos la noticia. Se han diversificado tanto que hoy cuesta más descifrar la vinculación económica de sus fuentes que su certeza informativa. Más que cuarto poder, el periodismo es un poder permeable y que aún no encontró “el envase” para transformarse en permanente e independiente.
Fuente periodìstica:ADEPA
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